Dios, Patria confederada, Rey y Anarquía capitalista

Dios, Patria confederada, Rey y Anarquía capitalista

sábado, 13 de julio de 2013

Bandera Anarconservacapitalista




Amarillo capitalista, negro anarquista, azul conservador, cruz confederada, un poquito de rojo comunitarista, y muchas estrellitas por cada ciudad-estado autónoma y soberana.

Conservadores, liberales y libertarios ---Manny Edwards



Conservadores, liberales y libertarios... muy bien explicados

por Manny Edwards


He aquí la más clara, la más concisa y la más simple explicación de la diferencia entre conservadores, liberales y libertarios:

Los conservadores, en el sentido más amplio, creen que hay un orden natural de las cosas. Si sigues el orden natural, las cosas funcionan bien; si lo violas, van mal. Por ejemplo, hay un orden natural en las familias; si un hombre se casa con una mujer y asume la responsabilidad primordial de la crianza de los hijos, habrá los mejores resultados. Si un hombre se casa con un hombre y permite que el estado críe a sus hijos, el resultado será una familia disfuncional.

Si deseas una familia, una comunidad o una parroquia que funcionen bien, la gente debe reconocer este orden natural y vivir conforme a él. En otras palabras, si quieres una buena sociedad, la gente deberá ser conservadora.

Por desgracia, los conservadores modernos sufren el mismo defecto que los liberales; son estatistas. Es decir, quieren utilizar el poder del estado para obligar a todos a comportarse de la manera que ellos quieren. Un ejemplo básico es el matrimonio. Los conservadores quieren preservar la institución del matrimonio tal como fue creado por Dios -el matrimonio entre un hombre y una mujer.

Esto es bueno, pero lo hacen de una manera equivocada. El matrimonio es entre un hombre, una mujer y Dios. Es una institución religiosa, no una institución gubernamental, y el estado no debería tener nada que decir, así como no debe decir quién puede ser sacerdote o quién puede ser bautizado.

Una vez que sacas a Dios de la ecuación y metes al estado, violas el orden natural de las cosas. Es decir, el estatismo y el conservadurismo son incompatibles. Para ser coherentes, los conservadores no deben ser estatistas -deben orientarse por la libertad, deben ser "libertarios". De lo contrario no podrán aplicar correctamente los principios conservadores en su comunidad -se convertirán en policías del estado, como lo que tenemos hoy.

El conservadurismo tiene que ver con tu relación con los demás, en la familia, la parroquia o la comunidad. El liberalismo tiene que ver con tu relación con los poderes coercitivos -es decir, con el gobierno. Conservadurismo y libertarianismo son dos caras de la misma moneda. Los libertarios deben ser conservadores con el fin de mantener una comunidad funcional. Los conservadores deben ser libertarios respecto del poder del gobierno, a fin de mantener su libertad.

Los liberales modernos son socialistas. Ellos creen que el estado es dueño de las personas y de lo que ellas producen. Por ello son grandes fans de la educación pública obligatoria -ellos creen que la "sociedad" es dueña de los niños, de su mente y de su futuro. Creen que el gobierno tiene la última palabra en lo que toca al bienestar de los niños, e insisten en "educarlos por su propio bien". Eso es una gran mentira. El gobierno no educa; el gobierno entrena a los niños para ser buenos súbditos del estado. Los tiranos siempre toman el control de la educación.

Los liberales también creen que deben controlar lo que la gente hace con sus negocios, sus bienes e incluso con sus propios cuerpos. Quieren convertir en esclavos a todo el mundo. Por ello quieren que pagues una parte de tu producción al estado, en forma de impuestos. Es trabajo forzoso, y tú eres el esclavo. Básicamente, los liberales son los dueños de esclavos. Eso es lo que es el socialismo.

Tristemente, en la medida en que los conservadores piensen también eso, cometen el mismo error. En un sentido muy real, la única diferencia entre conservadores y liberales es en qué concretamente quieren utilizar el poder del gobierno. En términos generales, el liberal quiere usar el poder de coacción del gobierno en asuntos de economía, tales como el bienestar, la atención médica y el empleo, y los conservadores quieren usarlo en asuntos sociales, como el consumo de drogas, los juegos de azar y el matrimonio. Ninguno de ellos lucha correctamente por la libertad.

Los libertarios están más orientados hacia la libertad. La buscan en todos las ámbitos, sociales y económicos. Los Estados Unidos se fundaron sobre ese principio. Los fundadores creían que la única función legítima del gobierno es preservar la libertad individual. En aquel entonces esa filosofía se llamaba liberalismo. Pero no es como el liberalismo moderno, que es una filosofía estatista completamente opuesta a la libertad. La filosofía de los fundadores se llama hoy liberalismo clásico, y es muy similar al libertarianismo, aunque hay diferencias.

La principal diferencia entre el liberalismo clásico y el liberalismo actual es la siguiente: Los liberales clásicos creían que era posible limitar el poder del gobierno si se ponían las reglas de gobierno en una constitución escrita. Pero hoy sabemos que los hombres tienen demasiado afán de poder, y no prestan atención a un pedazo de papel. Se roban la libertad de aquéllos a los que gobiernan, y no les importa qué cosa diga la Constitución.

No podemos vivir nuestras vidas en paz si sólo nos ocupamos de nuestros propios asuntos. Si lo intentamos, los políticos corruptos se robarán nuestras libertades mientras no estamos prestando atención. Esto es precisamente lo que ha sucedido, y el gobierno que tenemos hoy no es, en absoluto, el que figura en la Constitución.

Los libertarios son muy conscientes de aquello que dijo Andrew Jackson: El precio de la libertad es la eterna vigilancia.

Podemos salvar a este país. Pero tenemos que re-aprender los principios de la libertad que han sido olvidados. Para ello necesitas leer The Truth About Liberty

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Trad WmGM

[Nota del Tr: No he leído el libro anunciado]

Joseph Sobran: El anarquista renuente



Joe Sobran (1946-2010), católico conservador, explica cómo se convirtió al anarquismo... sin quererlo del todo.

El anarquista renuente

Otros artículos de Sobran en español

Página de Joe Sobran

Joe Sobran en Wikipedia

Joseph Sobran. Descansa en paz, amigo (por Jorge Valín)


viernes, 12 de julio de 2013

Porqué los conservadores debieran ser anarquistas ---Daniel McCarthy


Conservadores anarquistas

Por Daniel McCarthy (Julio 7, 2001)

Para la mayoría de los conservadores, el término "libertario" evoca visiones de homosexuales fumando marihuana, evasores del servicio militar y lockeanos dogmáticos que exaltan al individuo a expensas de Dios y la familia. Russell Kirk, una autoridad en el conservadurismo tradicionalista, describe al “libertario típico" como alguien "sin sentido del humor, intolerante, arrogante, mal educado y aburrido. Al menos, el anarquista ruso de viejo cuño era audaz, alegre, y sabía a qué sexo pertenecía”. Esto, en su ensayo “A Dispassionate Assessment of Libertarians.” (1) Algún ensayo de Kirk, anterior, “Libertarians: the Chirping Sectaries”, era menos caritativo.

Los racionalistas podrán argüir que estas críticas son ad hominem, pero para los conservadores siguen siendo válidas. Al conservadurismo tradicionalista le preocupa el estilo de vida tradicional, de obediencia a la religión, la familia y las normas de la civilización. Los conservadores serios evalúan las políticas y las filosofías políticas de acuerdo a la forma en que propician esas instituciones. Es comprensible, pues, que un movimiento político que busca acabar las prohibiciones contra la droga, la sodomía y la pornografía sea poco atractivo para los conservadores. (Aunque muchos conservadores aprecian el alcohol, las chicas y el "arte").

Los conservadores y los libertarios podrán debatir una y otra vez en FreeRepublic o en el National Review o Modern Age, y podrán discutir sobre los méritos de Locke o de Paine, o sobre la diferencia entre libertad y libertinaje. Todo eso está bien: son discusiones entretenidas y a veces logran cambiar alguna mente. Pero el debate es fundamentalmente erróneo. Si los libertarios tienen razón en algunos puntos, es irrelevante. La cuestión más importante es cómo el Estado moderno afecta a las instituciones -familia, iglesia y comunidad- que los tradicionalistas quieren conservar.

El estado moderno ¿ha hecho algún bien a esas instituciones? Si así fue, ¿lo bueno compensa los daños? El sistema federal de carreteras ha erosionado el sentido de pertenencia a las comunidades, por lo que es más fácil que tú dejes tu comunidad. El Internet desarrollado por el gobierno federal ha hecho tanto por la pornografía, que ni siquiera un ejército de Larry Flynts podría igualarlo. El estado moderno prohíbe el asesinato y el robo, pero el asesinato y el robo fueron controlados con mayor eficacia por las sociedades antiguas, la polis clásica y la cristiandad medieval, las que, bajo los estándares hoy vigentes, serían sociedades prácticamente sin estado. Y es el estado moderno el que da protección legal a esa clase de asesinos conocidos como abortistas.

Cualquier examen de los antecedentes del estado, superficial o profundo, mostrará lo mismo: que el estado moderno ha sido iimplacablemente destructor de la religión, la familia y la comunidad, tanto como de las vidas individuales. Esto ha llevado a algunos conservadores reflexivos del siglo pasado a abrazar el nombre “anarquista”, no en el sentido de oponerse a toda autoridad, pero sí para oponerse específicamente a la autoridad artificial del moderno estado nacional.

JRR Tolkien, el novelista británico y católico tradicionalista, escribió en 1943: "Mis ideas políticas se inclinan cada vez más hacia la Anarquía (en sentido filosófico, es decir, la abolición del control, pero nada que ver con hombres barbudos que portan bombas), o hacia la Monarquía 'inconstitucional'". Quienes conocieron  a Auberon Waugh, otro inglés conservador de la alta cultura, lo describen como "muy, muy duro con la policía, algo que no muchos conservadores habrían aprobado. Era un anarquista de verdad. Detestaba todas las formas de actividad política y sospechaba de todos los políticos de cualquier partido ".

De este lado del Atlántico, antes de 1945 la mayoría de los conservadores eran radicalmente anti-estatistas, y no creían en el mito del "gobierno limitado". Aquí un pasaje de Albert Jay Nock, en 1928, en “Anarchist’s Progress": (2)

"Todo mundo sabe que el estado proclama y ejerce el monopolio del crimen del que hablé hace un momento, y hace de este monopolio algo tan estricto como puede. Prohíbe el asesinato privado, pero él mismo organiza el asesinato en una escala colosal. Castiga el robo privado, pero sin escrúpulos toma lo que quiere de la propiedad de los ciudadanos o extranjeros. No hay, por ejemplo, ningún derecho humano, natural o constitucional, que no haya sido nulificado por el Gobierno de los Estados Unidos. De todos los crímenes cometidos por ambición o venganza, no hay uno solo que no le hayamos visto cometer: asesinato, caos, incendio, robo, fraude, colusión y complicidad criminal".

Los tradicionalistas no debieran tener dificultad alguna para comprender por qué el estado moderno es tan corrupto y destructivo. Tal es el resultado inevitable de la concentración de poder en manos humanas. Sin el estado, los hombres seguirían siendo peligrosos, pero no tendrían a su disposición toda una institución en la que el poder permanece concentrado y sin control. La reforma del Estado es imposible y utópica: habría que reformar la naturaleza humana. Por el contrario, hay precedentes históricos de la anarquía y la cuasi anarquía (de nuevo, varias formas medievales y clásicas de organización humana), y aún hoy existen comunidades pequeñas e independientes, como Mónaco y Liechtenstein, Singapur y Hong Kong, que son más felices y más prósperas que cualquier estado-nación. El más grande de los conservadores, Aristóteles, pensaba que la forma natural de organización era la ciudad-estado, que es mucho más humana que las sociedades de masas anónimas de los estados nacionales modernos.

La enorme riqueza y el poder del estado moderno nunca ha sido utilizada para el bien, y no hay razón para pensar que algún día lo será. Poco a poco algunos conservadores cristianos se dan cuenta de esto. En un discurso de 1998, Paul Weyrich, co-fundador de la Heritage Foundation and Moral Majority , declaró que no hay una mayoría moral en este país, y que tal vez nunca la hubo. Weyrich recomienda la secesión cultural a los conservadores. Pero deja abiertala pregunta: ¿por qué sólo secesión cultural? No importa cuánta educación hayas recibido en casa, o cuántas estaciones de radio cristianas existan, la ley y la autoridad política de la tierra en la que vives siempre te afectarán. La secesión cultural y una actitud defensiva hacia la política no son suficientes. Tan sólo pregunta a los Davidianos.

Sea o no verdadero el estereotipo del libertario de Russell Kirk, debería ser obvio que la verdadera amenaza para las instituciones de la Iglesia y de la familia y para todo tipo de decencia humana no proviene de hippies homosexuales fumadores de marihuana: proviene de la implacable centralización y secularización del estado moderno. Con esto en mente, incluso si los conservadores se niegan a ser libertarios, sin duda debieran ser anarquistas.
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(1)    Kirk, Russell. “A Dispassionate Assessment of Libertarians.” Freedom and Virtue: The Conservative / LibertarianDebate, George W. Carey, ed. Wilmington, DE: ISI Books.

(2) Nock, Albert J. “Anarchist’s Progress.” The Superfluous Men: Conservative Critics ofAmerican Culture 1900-1945, Robert M. Crunden, ed. Wilmington, DE: ISI Books.

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Tr: WmGM